16 jun 2011

«La nueva biblioteca alemana es a la vez una sala de estar.» Conversación con Olaf Eigenbrodt



Aun en plena era del «open access», la construcción de bibliotecas en Alemania no ha entrado en punto muerto; antes bien, está señalando caminos completamente nuevos. En goethe.de hemos acudido a Olaf Eigenbrodt, sociólogo especializado en bibliotecas, para hablar con él sobre sonoros golpes de efecto arquitectónicos y la función de la biblioteca entendida como punto de actividad social. Y, también, sobre la comodidad de uso entendida como señal de calidad.

Señor Eigenbrodt, de momento se diría que la estrategia de bibliotecas y asociaciones bibliotecarias va a parar siempre en la digitalización total de los fondos, y, con ello, en la supresión de la biblioteca como lugar concreto. Sin embargo, en Alemania siguen apareciendo edificios de nueva construcción, espectaculares a veces.¿Por qué?

Porque precisamente en la era de la digitalización la biblioteca adquiere importancia en calidad de lugar concreto. Lo único que ha cambiado es la orientación. Hoy, la biblioteca ha dejado de ser un lugar donde se conservan libros, para convertirse en un espacio social en el que los usuarios se encuentran personalmente leyendo o navegando: de modo similar ocurre en las cafeterías con WLAN, que no son lo que se dice necesarias, pero gozan de mucha aceptación.

La demanda de espacios sociales de este tipo que ofrezcan también una cierta estabilidad e identidad está aumentando ahora mismo según se intensifica la digitalización de nuestro mundo cotidiano.


La tecnología ha dejado de ser un cuerpo extraño

¿Cómo se concreta en lo arquitectónico la era digital?

La arquitectura actual de las bibliotecas científicas, por ejemplo, está obligada a tener en cuenta que casi todos los usuarios llevarán portátil propio a la sala de lectura. La tendencia a este respecto es inequívoca: además de WLAN, hay que preparar también puestos de trabajo con un ambiente abierto, poco monótono, como sucede por ejemplo con las «terrazas de lectura» del Centro Jacob und Wilhelm Grimm de Berlín.

En términos generales, la tecnología ha dejado de estar considerada ese cuerpo extraño que ponemos avergonzados en un rincón, como ocurría antes con los lectores de microfichas. Hoy, antes bien, se produce un esfuerzo por integrar la tecnología como un elemento arquitectónico más; y esto se da ante todo en las universidades técnicas, por ejemplo el IKMZ de la BTU de Cottbus (Centro de Información, Comunicaciones y Medios Audiovisuales de la Universidad Politécnica de Cottbus, en Brandeburgo), que al tiempo utiliza unos colores y formas desacostumbrados para producir un contrapunto muy llamativo con la tecnología.


¿Qué importancia corresponde a este respecto a las bibliotecas construidas en los nuevos estados federados?

Mucha. Básicamente, todas las universidades de estos estados federados han estado creando bibliotecas nuevas a partir de los años 90; orientadas primero marcadamente por el modelo de Gotinga, se han ido después emancipando cada vez más. Pero, desde mi punto de vista, en los nuevos estados federados son también sobresalientes los proyectos arquitectónicos de menor envergadura dentro del área de bibliotecas científicas y públicas; pensemos en la Biblioteca Universitaria de Rostock o en la Biblioteca Municipal que en 2008 quedó instalada en la antigua estación de tren de Luckenwalde, con su destacado anexo de resplandor dorado.

Sentirse a gusto, un factor importante

¿Qué otras tendencias podemos observar?

En general, la tendencia es apartarse de la biblioteca funcionalista y centrada en la administración, para acercarse a una biblioteca orientada a los usuarios que recurre a una estética muy atractiva para plasmar un concepto atmosférico integral.

Un hermoso ejemplo de ello es la Biblioteca de Filología diseñada por Norman Foster para la FU de Berlín, con su cubierta abovedada en forma de gota y el interior inundado por la luz del día. Pero también las bibliotecas públicas conceden cada vez más importancia al factor de que los usuarios se sientan a gusto.


Usted mismo ha introducido en el debate la noción de «cuarto de estar»...

Cuando digo eso, tengo en la cabeza una biblioteca en la que es posible sentarse en cómodos sillones o leer y trabajar en espacios informales, y que incorpora a sus servicios una atmósfera que, usando una palabra típicamente alemana, podríamos llamar «gemütlich», acogedora.

Esta sensación acogedora, de hecho, es tenida hoy en cuenta en todos los edificios de nueva construcción de bibliotecas en Alemania. Pero ahí es importante también la función social: se entiende la biblioteca como el punto de identificación y reunión de una comunidad o de un departamento universitario.


Bibliotecas con el corazón vacío

En este momento, el mundo bibliotecario tiene la vista puesta en Stuttgart, donde está previsto inaugurar en 2011 su Biblioteca Municipal. ¿Qué espera usted del nuevo edificio?

Por una parte, me parece fascinante con qué coherencia han desarrollado, en primer lugar, una concepción sobre la tarea de la biblioteca como lugar de aprendizaje dentro de una comunidad municipal y, ahora, la están llevando a la práctica arquitectónicamente. Pues el hecho es que muchas veces se planifica primero el espacio con criterios funcionales, y después se decide qué hacer entonces con ese edificio.

Y, en segundo lugar, me alegra ver esa valentía con que por fin alguien sitúa en el punto central arquitectónico un gigantesco espacio vacío, la valentía de romper radicalmente con un modo de pensar según criterios puramente funcionales y destacar con toda la decisión del mundo cosas tenidas por factores «débiles» de las visitas a las bibliotecas; aquí, por ejemplo, la pretensión de ser, «nada menos», un espacio que inspire la producción de conocimiento.


Disminuir la "huella ecológica"

¿Qué retos tiene que afrontar la arquitectura bibliotecaria alemana del siglo XXI?

Creo que va a tener cada vez más importancia la cuestión de la sostenibilidad ecológica, y no sólo en los edificios de nueva construcción, sino también en las obras de rehabilitación. Es un punto que de momento sólo se está discutiendo en profundidad en Renania del Norte-Westfalia. El edificio de una biblioteca que devora energía con sus costosos dispositivos climatizadores es seguramente algo que ya se ha quedado fuera de lugar. Ahora hay que intentar reducir la huella ecológica de las bibliotecas. Pero al respecto, por desgracia, en Alemania no existen aún conceptos «integrales» convincentes.

Y, a continuación, y ante todo por parte de las bibliotecas públicas, habrá que afrontar el hecho del cambio demográfico: ¿qué arquitectura diseñar para una sociedad de envejecimiento progresivo?


Un moderno clásico

¿Tiene usted alguna biblioteca favorita entre las de reciente construcción en Alemania?

Mi preferida, propiamente, no es una nueva construcción, sino la Biblioteca Estatal de Berlín de Hans Scharoun en la Potsdamer Straße, un edificio que estaba terminado ya en 1978, y donde esperemos que se hagan pronto las obras de rehabilitación. Es un edificio con el que Scharoun cortó por completo con la tendencia funcionalista de entonces y consiguió anticiparse a tantas cosas que hoy son importantes en la arquitectura bibliotecaria alemana.

Sus grandes estancias siguen causando el mismo efecto pasmoso, mientras que la panorámica de puestos de lectura, con sus galerías y su diversa intercomunicación visual, crea un número colosal de perspectivas que mantienen su poder de fascinación treinta años después. No es casualidad que el edificio de Scharoun siga estando entre las bibliotecas con mayor popularidad de Berlín, porque es un sitio que hace que la gente se sienta a gusto y que les resulta inspirador. Sólo por eso es ya admirable.


Olaf Eigenbrodt dirigió de 2004 a 2009 el Negociado de Edificios de la Universidad von Humboldt de Berlín. Es coeditor de la revista especializada Forum für Bibliothek und Information (BUB) y miembro de la comisión permanente de la Sección de la IFLA Edificios y Equipamientos. También forma parte de los grupos de trabajo para el Informe Experto DIN 13 y los ISO Statistical Data for Library Buildings. Desde enero de 2010 dirige además la Biblioteca del Área Lengua-Literatura-Medios de Comunicación de la Universidad de Hamburgo.

Thomas Köster,
que ha realizado esta entrevista, fue hasta 2005 profesor en el Instituto de Ciencias del Libro de la Universidad de Maguncia. Residente en Colonia, en la actualidad dirige un despacho de redacción y trabaja en labores de periodismo cultural y científico (Frankfurter Allgemeine Zeitung, Süddeutsche Zeitung, NZZ am Sonntag, Westdeutscher Rundfunk).
Traducción: Augusto Gely Alonso
Copyright: Goethe-Institut e. V., Redacción Online
Abril 2010

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(Se puede ver en el enlace de dónde he extraído la entrevista que para sintetizar yo denomino ahora: "Agua fresca para el desierto bibliotecario anticuado a punto de desaparecer...". Además en el enlace hay mucha más información para los profesionales de la información, para las bibliotecas.)

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