28 jun 2011

El “caso River” y lecciones para empresarios: más que crisis deportiva, un rotundo fracaso en liderazgo y gestión

Para tomar nota todos aquellos que gestionan y lideran diversas organizaciones en distintos rubros, de variados tamaños. Hay que sacar una lección. Ojalá también los que gobiernan puedan hacer este tipo de análisis.

Expertos en gerenciamiento de empresas analizan el trasfondo del por qué el club llegó a este oscuro presente. Destacan todo lo "que no se debe hacer" en situaciones extremas y cuándo la tradición de una marca deja de ser una aliada para convertirse en un factor de presión difícil de sobrellevar
Por Fernando Gutiérrez - Cecilia Novoa
iProfesional.com




River Plate descendió a la B. Y, aunque parezca difícil que sus hinchas puedan estar más deprimidos de lo que están hoy, los expertos en management afirman que hay algo peor todavía: el no haber entendido la lección de este momento, no hacer el diagnóstico correcto y no avanzar en un plan adecuado para corregir la situación.

Visto desde el mundo del gerenciamiento, el partido más difícil para River empieza recién ahora.

Es el de la refundación, el del análisis introspectivo y el de la recuperación de la mística.

"Todo equipo puede perder. Es parte del juego. Y le puede pasar a cualquier club grande. Pero lo que ocurrió aquí es otra cosa, porque no se le puso crisis a una crisis anunciada. Y eso revela un grave problema de estrategia", advierte Gabriel Aramouni, director del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés.

Se trata de un partido que, aunque no sea de 90 minutos, tampoco tiene un tiempo eterno. Las señales deben ser contundentes y no pueden hacerse esperar, si es que se quiere evitar una profundización de la caótica situación actual.

"Esto es como cuando una empresa está en una situación crítica, o acaba de ser vendida. Hay que plantarse frente al personal y dar lineamientos claros, destacar que se va a salir de esa situación angustiante", señala Juan Pablo Sanguinetti, consultor de la firma de recursos humanos Whalecom que, además, es fanático riverplatense.

Y, siguiendo con su analogía corporativa, sostiene que, en el caso de River, "lo que se necesita es un comité de reconstrucción formado por gente que sea portaestandarte de la mística, porque Passarella ya está desgastado y no puede hacerlo solo", afirma Sanguinetti.

En tanto, para Rubén Heinemann, socio y director de Oxford Partners, lo que debe hacer el club es aquello que se recomienda para todas las organizaciones en situación de inestabilidad.

"Primero, mirar hacia adentro y hacer una evaluación de lo sucedido, y recién ahí realizar cambios. Ahora, lo que corresponde es sentarse desapasionadamente para ver qué es lo que pasa como institución. Analizar cómo fue que se llegó a una situación tan grave para luego ver la forma de barajar y dar de nuevo", señala el ejecutivo.

Un caso de estudio
La crisis que llevó a River a su actual situación ha sido seguida con gran asombro por los expertos en temas de gerenciamiento empresario.

Sucede que, en estos años, han ido tomando como ejemplos a personajes exitosos del deporte para enseñarles a los cuadros gerenciales cómo combinar el talento con la disciplina y cómo motivar equipos humanos en situaciones difíciles.

Ahora, se encuentran con un caso que, justamente, se ubica en las antípodas.

No es de extrañar, entonces, que este momento de River sea visto como un excelente laboratorio donde poner a prueba muchos de los conceptos sobre liderazgo y manejo de grupos.

Porque la crisis de los de la banda roja tiene todos los ingredientes que les interesan a quienes conviven a diario en el mundo empresarial: una gran marca que cuidar y que se ha visto erosionada, con más de un siglo de tradición, "clientes" tan fanáticos como exigentes y un equipo de trabajo bajo una presión extrema.

"Es un caso de estudio impresionante", se entusiasma Alejandra Brandolini, consultora y directora de AB Comunicaciones.

La experta en comunicaciones internas pone el foco en la falta de transmisión de mensajes claros, que saltan a la vista en la debacle del club de Núñez.

"Es brutal la falta de comunicación interna. Pero esto tiene que ver con el perfil de liderazgo que tiene Passarella. El se enoja mucho, es muy caprichoso y las decisiones que últimamente tomó fueron equivocadas", es el incisivo diagnóstico de Brandolini que, además, también profesa la fe riverplatense.

Pero donde ve el problema más evidente de falta de liderazgo e incapacidad de motivación es en Juan José López.

"Como técnico, tenía que alentar a sus dirigidos y sacarlos del pozo, no que lo hayan visto llorar. Si en una gerencia de una empresa se ve al líder en ese estado, ¿cómo va a estar el equipo?", se pregunta.

Y su respuesta al interrogante es categórica: "Desmotivado, destruido psicológicamente".

La falta de coaching es uno de los puntos más mencionados por los expertos que observan la crisis de River con la intención de sacar lecciones aplicables al ámbito empresarial.

Para Gloria Cassano, consultora en recursos humanos, la falta de liderazgo que se ve roza lo desastroso.

"Los jugadores ni siquiera tienen la conciencia de lo que está pasando. Y esto tiene que ver con una muy mala comunicación. No tienen un líder que los pueda motivar", afirma la experta.

Su diagnóstico es que el plantel ha ido esquivando la realidad. "Cuando se los escucha hablar surge claramente ese mecanismo de negación. No están comunicados ni enganchados entre ellos en lo que significa verdaderamente un equipo", argumenta Cassano.

Aprendizaje por la negativa
Los fracasos de gestión que ha tenido el equipo llegan a tal extremo que los expertos en management creen que llena todos los requisitos de lo que no debe hacerse en momentos de crisis.

Entre los problemas que más destacan en la gestión de la dirigencia riverplatense, está el de imprevisión.

"Hay una falencia en la conducción y en la dirigencia por cuidar ‘la marca' de su principal actividad", señala Aramouni, de la Universidad de San Andrés.

Según su análisis, no se tomaron a tiempo las medidas que podrían haber atenuado el impacto. Y opina que la dirigencia tiene aun más responsabilidad que la dirección técnica.

Aramouni cree que todos los involucrados con la vida del club debían haber participado en un comité de crisis que detuviera la decadencia futbolística, cuando todavía había tiempo de hacer correcciones.

"Culpar a los jugadores es como que una empresa deje venir su negocio abajo y termine responsabilizando a los vendedores que salen a la calle sin ver en qué fallaron las gerencias", apunta.

"Si una organización deposita sus expectativas en que chicos de 19 años resuelvan por sí solos una crisis, entonces tiene fallas severas. Por más habilidosos que sean con la pelota, están en una situación madurativa que hace que sea imposible que te saquen de algo así", afirma Sanguinetti, de Whalecom.

Pone, como ejemplo contrapuesto, la actitud de José Pekerman, director técnico de la Selección Nacional en el Mundial de 2006. Resistiendo la fuerte presión de la hinchada, preservó a un entonces adolescente Lionel Messi. Y recién lo hizo ingresar a la cancha en un partido distendido, cuando la Argentina iba ganando por goleada.

"Ahí, Pekerman hizo una buena gestión, sabía mucho sobre desarrollar valores. Todo lo opuesto a lo que hace el equipo técnico de River: en un plantel al que le cuesta mucho hacer goles, le pone toda la presión a un chico como puede ser Funes Mori", analiza.

No falta quienes ven hasta un problema de comunicación intergeneracional.

Para Brandolini, resulta evidente que el equipo falló en transmitir valores que son importantes para la "generación Y", a la cual pertenecen muchos de los jugadores.

"Esta es una generación que pone pasión en lo que hace. Y si está en un proyecto al que no le encuentra sentido, lo deja y se va a otra parte", afirma, aludiendo también a uno de los problemas mayores que hoy tienen las organizaciones empresariales, como es la retención de los talentos jóvenes.

Cuando la mística juega en contra
También los expertos destacan lo que significa trabajar sobre presión.

Su gran hinchada y el peso de su histórica camiseta -que deberían haber jugado a favor- terminaron convirtiéndose en una presión difícil de sobrellevar para muchos jóvenes, que llevó al plantel a su seguidilla de derrotas.

"Los hinchas vendrían a ser los clientes de una empresa, totalmente insatisfechos y desilusionados. Y presionan como lo haría cualquiera que compra un producto y no funciona. Y en vez de que desde la presidencia se diga que se va a torcer el rumbo y a cambiar las cosas, lo que encuentran es silencio", indica Brandolini.

Destaca cómo, en los últimos partidos, los jugadores se veían "desmotivados y desintegrados, además de asustados, mientras su coach lloraba".

Para esta consultora, la señal más clara del mal manejo de la "marca River" se evidencia en que, al mismo tiempo que sus jugadores sienten presión, los rivales se ven más motivados.

"Para todos los equipos chicos del interior, la aspiración era jugar la promoción contra River", sostiene.

En tanto, Harry Campos Cervera, médico psiquiatra especializado en manejo de grupos, afirma: "Para llegar a este presente, el equipo tuvo que haber tenido una clara falta de identidad grupal".

"El líder tiene que asumir su posición y tiene que ser un elemento que ayude a metabolizar los elementos hostiles que existen en el grupo y que impiden la creación de un ´nosotros´. Claramente, falta ese sentimiento, que es lo que le da la identidad a un grupo", agrega Campos Cervera.

También en este caso, el presidente recibe buena parte de las acusaciones. En el análisis de Sanguinetti: "No hubo nada que transmitiera tranquilidad a los hinchas. Por eso, más que alentar, terminaron presionando".

Volver a empezar
Pero hoy, todo esto es historia. River, como institución de 110 años de vida, se ve obligado a barajar y dar de nuevo, lo que se traduce en fuertes cambios en su gestión.

"Las empresas en crisis, llegado este punto, deben enfocarse en las cosas buenas de la organización. Es decir, siempre hay referentes que generan confianza y que, si bien quizá no sean conocidos por el gran público, inspiran respeto y podrían ser necesarios para salir de la situación", sostiene Heinemann.

"Salvarse del descenso o irse a la B, a esa altura, no marcaban la diferencia para algo fundamental: River necesita una refundación. Y ahí está la lección: no hay forma de salir si no hay un diagnóstico consensuado sobre qué fue lo que lo llevó a atravesar este presente, y sin un plan de recuperación. Y está claro que de esto no se sale gratis", afirma Aramouni.

Para este analista, lo peor que puede hacer un hincha de River es ver el actual panorama como un episodio aislado. "Estas cosas deben verse en perspectiva. Porque puede ser el peor momento futbolístico pero también la mejor ocasión para buscar los fundamentos que hagan que el club vuelva a ser fiel a sí mismo".

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