21 nov 2012

Retornando a los puntos de partida

Por Edgardo Civallero
 
 
En un momento en que ciertos productores y difusores de conocimiento de/sobre el universo bibliotecológico (ya se trate de docentes, de autores, de conferencistas o de las ambiguas "autoridades" y los inefables "expertos") parecen dedicarse fervientemente a aclamar y recomendar, como solución única, indiscutible e inevitable a todos los problemas del quehacer profesional, las últimas novedades en materia de herramientas tecnológicas: ésas que en cuanto pestañeen se habrán quedado obsoletas y demandarán ser actualizadas y renovadas de manera permanente; ésas de las cuales se afirma que permiten a los profesionales de la información hacer su trabajo más velozmente y, al parecer, "mejor"...

...o bien a la apasionada defensa y promoción de la aplicación del modelo empresarial (en todos sus aspectos, vertientes y variantes) a la mayor cantidad de estructuras bibliotecarias posibles —mercantilizando incluso los programas de estudios— sin medir las consecuencias, ocultando los previsibles (y en algunos casos más que comprobados) resultados negativos, o ignorándolos sin más...

...o a asfaltar sin sonrojo alguno —es más: a asfaltar sistemática y deliberadamente— cualquier atisbo de sentido crítico, afán de investigación, desarrollo teórico, debate ideológico o compromiso social que pueda asomar en las mentes ajenas. O a entorpecer y desalentar dichas actitudes. O a desautorizarlas y condenarlas, en un desvergonzado intento por mantener intacto el pernicioso statu quo actual...

...o a desfavorecer la elaboración teórica, epistemológica y metodológica o la reflexión filosófica sobre el universo bibliotecológico desde una perspectiva integral, aferrándose a un positivismo que pone todos los focos en los datos numéricos, los procesos estadísticos o los resultados cuantificables, acatando servilmente los designios impuestos por la ideología hegemónica del capitalismo post-industrial y su falaz paradigma de la "sociedad de la información"...

Y por ende, en un momento en que tales referentes parecen haber dejado para otro día (o en otras manos, no siempre visibles) el análisis del motivo y la finalidad última del trabajo de los profesionales de la información, o la evaluación de los numerosos procesos internos que se desarrollan dentro de la bibliotecología, o la de sus graves conflictos, o la de sus notorias carencias y falencias...

...o incluso la consideración de cómo esas "nuevas tecnologías" que tan entusiastamente impulsan pueden ser de verdadera utilidad para la mayor cantidad de bibliotecarios posible, sean quienes sean y estén donde estén, en lugar de ser un pingüe negocio para unos pocos...

...por no hablar de un modelo empresarial que alaban y propagan y que está destrozando la biblioteca como institución (sobre todo la pública) y restándole medios para acometer sus objetivos principales...
...o de la pauperización de las currículas educativas, que sirven a intereses ajenos y limitan los horizontes intelectuales de los educandos, atrofiando —cuando no destruyendo— su capacidad de pensar, de opinar, de tomar iniciativas, de ser autónomos e independientes...

...o de la reducción de los canales informativos y divulgativos a través de los cuales los conceptos, ideas, descubrimientos, debates y pensamientos bibliotecológicos son trasladados de los planos abstractos y especializados a la realidad cotidiana de los trabajadores...

...o de la progresiva pérdida de vínculos con la sociedad y con sus necesidades más imperiosas y urgentes, sus valores más amenazados, sus búsquedas más postergadas...

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