Por Luis Sartori
Hiperactivo. Fundó diez empresas, trabajó en gobiernos peronistas y radicales. Y a los 80 largos inventó un ingenioso sistema para resolver necesidades físicas de los discapacitados.
A sus 87, Rafael Kohanoff (Tuta para los amigos) mantiene la hiperactividad de toda su vida. Una vida que resume así: “Todo lo que quise hacer, lo hice”. Nació en Colonia Dora, Santiago del Estero, séptimo hijo de ucranianos; viajó y disertó por todo el mundo. Estuvo 6 años de novio y 64 casado “con la misma mina, ¿qué te parece?”. A los 22 tuvo su primer hijo, a los 23 se recibió de ingeniero químico en Santa Fe. Fundó 10 empresas (¿se acuerdan de las zapatillas Skippy y los cierres Lynsa?). Se sumó a dos gobiernos peronistas (Cámpora-Perón) y firmó el mítico Pacto Social de José Gelbard, apoyó desde la CGI al de Alfonsín, y ocupó dos cargos con De la Rúa en la Ciudad. Dirige en el INTI el Centro de Asistencia Tecnológica para la Discapacidad. Diputados lo designó “Mayor Notable”; Italia lo nombró “Commendatore”; y, de haber nacido en Japón, sería un “Tesoro Viviente”. Abruma su sencillez. Impacta su energía.
Rafael Kohanoff |
¿Me convidaría la fórmula para tanta vitalidad?
Yo
no sé. Muchas veces la gente me pide dos cosas: en el INTI, el know how
para estar como estoy, y afuera, la metodología de trabajo por la cual
logro resultados.
¿Ganó mucha plata?
La verdad
que fue mucha plata. Y no tengo idea cómo carajo me quedé sin plata.
Porque no la jugué, no hice inversiones raras. Pero se me gastó. Ahhh,
ahora me acuerdo: una de las cosas que hice mal fue que cuando me metí
en política fuertemente (con De la Rúa), el manejo de la empresa se lo
dejé al Banco Velox. Le firmé inclusive la autorización para vender mi
empresa de vinilos. Y me la vendió en 25 mil dólares (tose). Después
vino la hecatombe del banco. Y no pude recuperar nada.
¿Le quedó para vivir?
Vivo
del sueldo que tengo como contratado del INTI, y de una jubilación
chica, porque tampoco pedí la jubilación de privilegio. Me parecía que
no era correcto. No estoy contento, pero no siento que me ha quitado la
alegría de vivir.
¿Cómo surgió lo del INTI?
Fue
hace siete años. Me pareció que la gente con discapacidad era la más
excluida. Y que valía la pena que pusiera mi experiencia de emprendedor
privado y público al servicio del sector más necesitado y desamparado.
Por eso propuse crear el Centro. Tenemos 4 millones de personas en el
país con discapacidad. Cerca de la mitad son discapacitados motrices.
Que necesitan un bastón, un bastón para ciegos, una muleta, una silla de
ruedas, 20 cosas diferentes. Están en todo el país. No las tienen.
¿Ustedes qué hacen ahí?
Los
manuales y los planos libres para que esto, pieza por pieza, pueda ser
fabricado –no por las pymes porque no les resulta negocio, ni por el
Estado que no se va a poner a ser fabricante– sino a través de las
escuelas técnicas. Hoy tengo 100 escuelas que están haciendo esto en
diferentes lugares del país.
¿Para quiénes empezaron a fabricar los alumnos técnicos?
Para
los chicos de las escuelas especiales. Lo llamé “hermanar” escuela
especial con escuela técnica. A través de Educación, pedimos que los
directores de escuelas especiales nos dijeran qué necesitan sus alumnos:
400 escuelas llenaron la planilla, como diez mil pedidos. Y ahora
tenemos demanda.
¿Cómo reaccionan los alumnos?
Con
la gran alegría de encontrar un sentido a lo que estudian, a su vida.
¡Tenés que ver las lágrimas de los chicos cuando terminan entregando una
silla postural a una mamá que tenía a su chiquito en el suelo!
¿Los aparatos cuestan caro? ¿Quién los paga?
Acá
aplicamos la teoría de la tecnología simplificada: cómo hago algo que
tenga la funcionalidad correspondiente, la duración necesaria y que sea
accesible. Y después, por ejemplo, voy a Tartagal, convocamos, vienen
las escuelas, el intendente, el diputado, cuento qué es este Programa productivo, tecnológico y social
y le digo al intendente, escuchame, esto son 6, 7 mil mangos ¿digo que
la sociedad tiene que juntarlos o digo que los ponés vos? Me voy a
Charata y lo mismo... y se va armando una cosa local. El intendente o el
Rotary o alguien terminan poniendo el dinero.
¿Qué es el aro magnético?
Un
dispositivo para que las personas con audífono puedan escuchar en un
teatro, un cine, un banco, la escuela. Pero nadie los vende. Entonces
armé los planos y los manuales. Pero los audífonos son carísimos.
Entonces adaptamos un receptor común con una plaqueta de calculadorita
para que funcione a energía solar. ¿Sabés cuánto sale todo? 100 pesos de
costo el receptor y 200 el aro. Esto tiene la ventaja del nombre
atractivo, se aprende a fabricarlo en un día y a instalarlo al otro día,
y es barato. Y se convirtió en un reguero de pólvora.
¿Cómo lo difunden?
Organicé cursos de capacitación dentro del sistema educativo, se llaman Formación de Formadores
: profesor de electrónica o electromecanica, con un alumno; se juntan
20 profesores y 20 alumnos. Cada dupla arma un aro magnético con mis
capacitadores. Compromiso: tener material para que cuando vuelvan a la
escuela enseñen a los profesores y alumnos lo que aprendieron. Ya se
hizo por lo menos en 20 lugares. El último fue en San Pablo. Los
brasileños me decían: “Cómo no nos dimos cuenta antes”. Es porque nos
hemos enredado en el mercado, estamos detrás de la ganancia y de los
precios y los aparatos, y no de la gente. Si yo pienso en la gente,
pienso en un pobre, no me voy a equivocar. Pero si pienso en el audífono
que vale 2 mil pesos, y mañana 7 mil, estoy apelando a las soluciones
viejas. Se necesita un cambio de mirada. Y el Estado tiene un rol
fundamental que cumplir acá. Desde la función pública tengo la
obligación de resolver los problemas que no resuelven los demás.
¿Cómo se definiría?
Soy un hombre que ama la vida. La vida y la gente. Me encanta la gente y el cariño. Beso a todo el mundo.
¿Qué le pasa con esto que están haciendo en el INTI?
...
la felicidad que nosotros tenemos... Estoy haciendo lo que quiero y lo
que me gusta. Estoy volcando toda mi experiencia como un compromiso
ético que me surge de la necesidad del otro. Esto es impagable. A mi
grupo de gente le está pasando esto. Y los chicos y los profesores están
empezando a sentir esto. Es muy contagioso.
¿Hizo tai chi chuan, no?
Sí,
hace poco, unos tres o cuatro años con el chino que salía en la
televisión y daba clases en Palermo. El me decía (lo imita): “Usté de acá (se toca la cintura) para acá (la cabeza), 50 año, ¿eh?”.
Nos divertíamos.