Conectados a toda hora, siempre disponibles y
dominados por una compulsión a chequear continuamente el mail y las
redes sociales, vivimos una época en que las demandas crecientes de la
vida virtual comienzan a tener impacto en la salud: problemas de sueño,
dolores de cabeza, ansiedad y angustia son trastornos frecuentes a los
que los argentinos, con un récord regional de 27 horas mensuales de
conexión promedio, no son ajenos
¿EsTRsDyO? |
Quién pudiera. Defaultear. Irse a la quiebra.
Declararse en bancarrota. Pero no por falta de dinero sino por el exceso
de emails acumulados sin contestar en la bandeja de entrada. Email bankruptcy
es el concepto. No es nuevo: lo acuñó en 1999 la profesora Sherry
Turkle del Massachusetts Institute of Technology (MIT), que se puso a
estudiar la relación entre las nuevas tecnologías y los usuarios de
aquellos días, cuando la Red hacía poco que se había instalado.
Cuando la cantidad de emails se hace inmanejable y el estrés empieza a crecer ante la tarea imposible de leer y contestar todo lo que llega, la opción que se plantea es drástica: borrar todos los mensajes o, directamente, cerrar la cuenta. Utopía perfecta.
"Obvio", responde el country manager de ComScore, una de las compañías globales líderes en mediciones de audiencia en Internet, el argentino Sebastián Yoffe, cuando se le pregunta si lo estresa la acumulación de emails en su bandeja de entrada. Son las 11.40 y ya recibió unos cuarenta emails nuevos. Llegarán a cien a lo largo del día. "Pero no me puedo declarar en bancarrota de emails. Tengo responsabilidades", aclara.
Entre los que sí se animaron está el abogado y profesor en leyes de Harvard Lawrence Lessig, un superespecialista en el tema del copyright libre en Internet. Lessig llevó la idea del default de emails a su máxima expresión. "Queridos todos -empezaba el email que envío en 2004 a aquellos que le habían enviado un mensaje pero que todavía no habían recibidos respuesta-, me disculpo pero me estoy declarando en bancarrota de emails". Después, hizo delete al 90 por ciento de su bandeja de entrada.
Lessig tuvo que ser contundente: las 80 horas semanales dedicadas a contestar emails no le alcanzaban para responder los doscientos mensajes diarios, sin contar el spam.
El problema, está visto, viene de lejos. Pero está claro que hoy, a siete años de la hazaña de Lessig, es muchísimo más grande porque Internet está cada vez más presente, las 24 horas, en los dispositivos más impensados, con los usos más insospechados.
En la Argentina, de hecho, hoy hay 12,8 millones de
personas conectadas a Internet desde su casa o la oficina. Además, con
27,4 horas de conexión mensual, los argentinos son los que más tiempo
pasan conectados en toda América latina. Le ganan a los brasileños, con
un promedio mensual de 25,7, y a los mexicanos, que llegan a 25,1 horas.
Recomiendo ver la nota completa en la web del diario La Nación
Mi opinión es que debiéramos ejercitarnos saludablemente en depender menos de los medios digitales y "hacer ayuno" de ellos periódicamente: los fines de semana, un día de la semana laboral, algunas horas en el día, y nuestra salud sin lugar a dudas mejorará. ¿Uds. qué opinan?
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