Artículo tomado de la edición de hoy del diario "Clarín".
Japón encabeza la lista. Y entre los latinoamericanos el mejor es Perú. Chile y Brasil progresaron.
Por Victoria De Masi
Hacer puntería con bolitas de papel. Esconder el borrador. Usar el banco como elemento de percusión. Mandarse mensajitos de texto en plena clase. No sacarse los auriculares del IPod. Gastar a un compañero hasta el hostigamiento. Distraer al que está concentrado. Interrumpir la clase. Y que los últimos diez minutos antes de que suene el timbre se hayan ido en un intento del profesor por poner orden en el aula. Según el informe complementario del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), desde hace una década Argentina no encuentra estrategias para disciplinar a los alumnos.
El estudio, realizado en 2009, evaluó las aptitudes de 470.000 alumnos de 15 años de 65 países en tres áreas: Lectura, Ciencias y Matemática. Allí Argentina figuró en el puesto 58 entre 65 países. En forma complementaria, encuestaron a los chicos acerca de la dinámica en el aula y su relación con los profesores , informe que se conoce ahora y en el que el país figura en el último puesto.
Les preguntaron cuánto tardaba el profesor en ordenar el aula para poder empezar a dar su clase y si había interrupciones por indisciplina, si el ruido dificulta el trabajo en clase, y si creen que el mal comportamiento afecta el aprendizaje, entre otras cuestiones. Y con las respuestas de los estudiantes se construyó un ránking. Argentina quedó en el puesto 65, mirando de abajo a Chile y a Brasil , que mejoraron en los últimos diez años.
La disciplina y rendimiento no siempre van a la par. En algunos países del este europeo y Asia, como Rumania , Albania, Tailandia, y otros sudamericanos como Perú y Colombia, los chicos se portan muy bien pero sus notas están entre las peores (ver Infografía).
“No pudimos revertir la indisciplina porque los adultos estamos ‘adolescentizados’. Tenemos problemas para construir modelos de autoridad. El padre quiere ser amigo del hijo y el profe, compinche del alumno”, dijo a Clarín Gustavo Iaies, titular del Centro de Estudios de Políticas Públicas.
Este diario consultó a preceptores y profesores sobre el tema. Todos coincidieron en que la indisciplina existe como existió siempre en los colegios secundarios. La diferencia es que ahora el portarse mal viene acompañado del avance tecnológico. “Suenan los celulares en el aula y hay que pedir que los apaguen. O escuchan música por el celular, sin auriculares, en plena clase. La clase se detiene porque hay que pedirles que apaguen los equipos”, contó Miguel Acuña, preceptor y profesor, de la Escuela Media N°2, del Bajo Flores. Para Marcelo Spinelli, jefe de preceptores de la escuela República de Rumania, de Villa Urquiza, “es positivo que en la escuela ahora se corrija y no se castigue. “Forma parte del acuerdo de convivencia y pone en práctica el diálogo, el pedido de disculpas, el encuentro entre pares”. Acuña agregó que “es válido plantearse que una escuela en malas condiciones edilicias o un sistema educativo que no contiene, colabora en la indisciplina del alumnado”.
Si de contención se trata, Sandra Fernández, preceptora de la Escuela 10 de Caballito, es contundente: “Tenemos alumnos que son padres y madres, y también embarazadas con típicas conductas de los adolescentes. Pero no son incontrolables. Por experiencia, cuando hay contención en el colegio, los pibes se portan bien”.
El Ministerio de Educación de la Nación, el bonaerense y el de la Ciudad prefirieron no dar su opinión ante la consulta de Clarín.
Axel Rivas, director del programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), cuestionó el ránking. “¿Cómo interpretan alumnos de culturas muy distintas el concepto de “cantidad de veces que interrumpen”, de “largo tiempo” o de “alumnos calmados”? Es curioso que Finlandia esté tercero en cuestiones de indisciplina, porque según PISA fue el país con mejores y más equitativos resultados. ¿Tenemos que pensar que sus aulas están reinadas por el caos? ¿O será que los alumnos finlandeses tienen una concepción distinta de lo que entienden es un grupo de alumnos ‘calmo’?”, planteó.
Nota al pie de este bibliotecario:
¿Estos son los laureles que supimos conseguir? Una sociedad anómica, donde los piqueteros día a día cortan calles, rutas y avenidas, miles y millones de personas son perjudicadas, y los ciudadanos deben seguir soportando, una sociedad que premia al haragán (sueldos de planes "trabajar" que terminan fagocitados por el casino de la ciudad, subsidios de todo tipo para los punteros políticos de barrio, castigo para los que producen y robos disfrazados de impuestos para los que ganan un poco más, ¿qué espera en las aulas? ¿Disciplina?
Una sociedad donde los delincuentes pueden seguir su racha dejando todo roto y sucio por donde pasan, robando y matando y no se les puede hacer nada porque son menores; sociedad que en el fútbol, reflejo de la vida y de la cultura argentina, existen árbitros que no ven goles, que no cobran penales, jugadores que agreden al contrario, lo bajan de un patadón y no lo ayudan a levantarse ni piden disculpas, y después la violencia se traslada a las calles, es una sociedad caótica que no puede esperar mejoras de tipo social, en ningún área, si no se hacen cambios desde la raíz.
Una sociedad donde los hombres y mujeres a pesar del paso de la edad quieren seguir siendo adolescentes, compinches de sus hijos, amigos de sus dirigidos, amigotes de sus alumnos, donde no se cumple el rol que le pertenece a la autoridad y que cuando la autoridad se ejerce, es combatida, o calificada de autoritaria, no puede pretender una mejor ubicación en el ránking de los mejores.
Una sociedad donde un juez con anteojeras, es capaz de ordenar a un convicto por asesinato, se le permita ejercer prácticas (¡para ser educador de niños!)en una escuela de la periferia de una ciudad patagónica, no puede pretender alumnos disciplinados, "educados" por un asesino del que no se conoce arrepentimiento y que no puede reponer una persona a la que le ha quitado la vida como si fuera un artículo de góndola.
Y la lista podría continuar, vaya a modo de reflexión sin ocultar la indignación. Como comentario final: si en el Ministerio de Educación de la Nación están pensando implementar otra forma de medición para el rendimiento escolar, (ya que todos los índices están dando muy abajo), ¿sería otra mentira como la del INDEC? ¿Como ocultar la inflación? ¿No sería mejor reconocer la anomia, la anarquía y el caos existente y tomar medidas drásticas y urgentes antes que el barco se hunda?
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